Siempre he pensado en América Latina y Europa como dos continentes hermanos, unidos por la historia y la cultura. Somos una familia porque muchos europeos en el último siglo encontraron un nuevo hogar en los países latinoamericanos y contribuyeron a su grandeza. Europa también ha estado cerca de muchos latinoamericanos en tiempos difíciles. Sin embargo, no siempre hemos invertido lo suficiente en este lazo único. En años recientes sí lo hemos hecho: hemos trabajado en fortalecer nuestra amistad, en enfrentar crisis y conflictos de manera conjunta, para aprovechar al máximo el potencial de nuestra cooperación. Y hoy nuestros dos continentes están mucho más cerca que en la década anterior. En los próximos años, será esencial continuar en el camino trazado, pero con un renovado sentido de urgencia. En este fundamento se basa la nueva estrategia europea para el futuro de las relaciones entre la Unión Europea, América Latina y el Caribe. Los europeos necesitamos más que nunca una sólida asociación con América Latina y el Caribe, y Europa tiene mucho que ofrecer a sus amigos en esta fase de su historia.
La nueva estrategia, que presenté recientemente, tiene su base en años de cooperación sin precedentes entre nuestros continentes, sobre todo en términos económicos. En comparación con la década anterior, las inversiones europeas en América Latina se han duplicado. Hemos celebrado acuerdos de cooperación con 27 de los 33 países del continente y estamos a punto de concluir una nueva generación de acuerdos con Chile, México y el Mercosur. A nivel internacional, la colaboración entre Europa y América Latina ha hecho posible el Acuerdo de París contra el cambio climático y el acuerdo sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible en las Naciones Unidas.
Europa nunca ha dejado de prestar su apoyo en los momentos más delicados de la vida de su continente. Hemos acompañado las negociaciones entre el gobierno colombiano y las FARC y estamos contribuyendo con nuestro apoyo al pleno cumplimiento del acuerdo de paz. Intervenimos con nuestros expertos cuando Chile tuvo que enfrentar la emergencia de incendios y con nuestros satélites cuando fue necesario planificar la ayuda humanitaria en el Caribe después del huracán Irma. Hemos retomado un camino común con Cuba, fortaleciendo la cooperación en materia de desarrollo sostenible, derechos humanos y comercio. Ante la trágica situación en Venezuela estamos asistiendo a los refugiados y los países que los han albergado. Pero no solo eso: juntos con los países latinoamericanos, hemos creado el Grupo Internacional de Contacto, que actualmente es la única iniciativa internacional que ha establecido un diálogo con todas las partes venezolanas, con miras al objetivo común de una solución pacífica, política y democrática a la crisis a través de nuevas elecciones presidenciales libres y transparentes. Los días 6 y 7 de mayo estaré en Costa Rica, socio con el que trabajamos conjuntamente a favor de la diplomacia, la cooperación internacional y el multilateralismo, para copresidir junto al Canciller Manuel Ventura la reunión del Grupo Internacional de Contacto.
Este tipo de colaboración será aún más importante en los próximos años, tanto para América Latina y el Caribe como para Europa. Su continente ha crecido a gran velocidad, pero aún no se han resuelto muchas contradicciones económicas y sociales y causas de fragilidad. Y lo mismo ocurre en Europa. La lucha contra las desigualdades y la creación de un modelo de desarrollo verdaderamente sostenible serán los grandes desafíos de este siglo. La colaboración entre la Unión Europea y América Latina y el Caribe puede contribuir de manera única al crecimiento de nuestros continentes. Los acuerdos comerciales que estamos negociando no son simples acuerdos de libre comercio: contienen mecanismos para la protección de los derechos de los trabajadores, para la salud de los ciudadanos y para los sectores tradicionales de nuestras economías. Europa no solo es el principal inversionista internacional en la región: somos la única potencia mundial que invierte sistemáticamente en la economía verde, en la digitalización de la economía, en empleos de alta calidad. Nuestra estrategia contiene una serie de propuestas concretas para el desarrollo sostenible de América Latina y el Caribe -desde inversiones en fuentes renovables hasta la colaboración entre universidades e institutos de investigación y asociaciones público-privadas en los sectores más avanzados-. Queremos fortalecer la cooperación que ya hemos iniciado en algunos asuntos de importancia estratégica, como la lucha contra el crimen organizado y la mejora de los servicios públicos. Europa tiene mucho interés en fortalecer no solo la asociación comercial con América Latina y el Caribe, sino también la cooperación política internacional. Nuestro interés común es promover el multilateralismo, apoyar a las Naciones Unidas, preservar un sistema basado en el derecho internacional, pero también hacer este último más justo y efectivo. En la estrategia, proponemos fortalecer el trabajo conjunto sobre la reforma de las Naciones Unidas y la Organización Mundial del Comercio, sobre la no proliferación de armas, sobre los asuntos de seguridad más importantes para nosotros.
Para hacer esto, queremos dialogar con cada país de la región, pero también intensificar el trabajo con las organizaciones subregionales. Es por ello que estamos fortaleciendo las relaciones con diferentes grupos de países, desde el Mercosur hasta la Alianza del Pacífico, desde Cariforum a Caricom, a Sica. No es una interacción entre burocracias, sino un diálogo político entre organizaciones que representan los intereses y valores de millones de personas. La colaboración entre regiones y continentes es la mejor manera de promover los intereses y valores de nuestros ciudadanos. Las potencialidades de integración entre los dos continentes son infinitas. Nosotros los europeos hemos decidido invertir en nuestra amistad con América Latina y el Caribe. Juntos.