San Salvador, 2 jun (Sputnik).- El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, inició el sábado su mandato constitucional con un discurso mediático y poco convencional en el que instó a la ciudadanía a trabajar más para sanar al país de las heridas del pasado.
«Nuestro país es como un niño enfermo, nos toca ahora cuidarlo, nos toca ahora tomar un poco de medicina amarga», afirmó el flamante mandatario en su primer mensaje a la nación tras ser juramentado como jefe de Estado para el período 2019-2024.
Ante miles de personas reunidas en la céntrica plaza Gerardo Barrios, de traje pero sin corbata y acompañado por su esposa, Gabriela Rodríguez, el político de 37 años apeló incluso al lenguaje de señas para proponer una administración inclusiva.
Entre gritos de «¡Sí, se pudo!» dirigidos a Bukele y de «¡Devuelvan lo robado!» contra los diputados asistentes, transcurrió la sesión solemne de la Asamblea Legislativa (Parlamento) en la que fue juramentado el ganador de las presidenciales de febrero pasado, junto a su compañero de fórmula, el vicepresidente Félix Ulloa.
«Este día inicia la nueva historia que vamos a escribir juntos», dijo Bukele a la multitud ataviada con camisetas y gorras cian, color que identifica al partido Nuevas Ideas, fundado por el nuevo presidente tras ser expulsado del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, izquierda) en 2017 por recurrentes indisciplinas.
Salvador Sánchez Cerén, mandatario saliente y figura emblemática en el FMLN desde los tiempos del conflicto armado (1980-1992) entregó la banda presidencial a Bukele, quien tomó su protesta constitucional sobre una Biblia sostenida por su esposa.
«Seré presidente de cada uno de los salvadoreños», enfatizó Bukele al iniciar su discurso, en el cual también rindió tributo a su padre, el fallecido empresario e intelectual de origen palestino Armando Bukele, quien fuera imán de la Asociación Islámica Árabe Salvadoreña.
También expresó su admiración por su esposa, habló de la hija que esperan, a la que nombrarán Laila, y afirmó que «por ella y por todos los niños del mundo tenemos que dejar un mejor país».
A su izquierda, en una tarima construida ante el Palacio Municipal, estuvo la delegación internacional encabezada por los presidentes Jimmy Morales (Guatemala), Carlos Alvarado (Costa Rica), Juan Carlos Varela (Panamá), Danilo Medina (República Dominicana), Evo Morales (Bolivia) y Brahim Gali (República Árabe Saharaui).
«De ahora en adelante todos vamos empujar hacia adelante, vamos a empujar hacia el futuro y vamos a empujar hacia donde todos queremos ver a nuestro país», enfatizó el exalcalde de los municipios Nuevo Cuscatlán y San Salvador, ambos con la bandera del FMLN, partido que calificó el discurso de «superficial» y carente de propuestas.
«Fue un discurso superficial, dirigido hacia sus seguidores, ignorando la diversidad política y social de nuestro país, comprometiendo a sus seguidores a enfrentar y erradicar toda oposición», señaló la formación salvadoreña de izquierda en un comunicado.
A su vez, la escritora Nayda Acevedo, consultora en políticas públicas y derechos humanos, estimó que el discurso de Bukele fue coherente con la estrategia que lo llevó a arrasar en las presidenciales de febrero pasado, cuando se impuso en primera vuelta con el 53,03 por ciento de votos.
«Bukele es lo que se conoce en comunicación política como un ‘storyteller’, un contador de historias. Él conecta a través de la comunicación, por eso ganó. Su discurso estuvo lleno de eso: simbólicamente habló de gobernanza, hizo alusión al papá, habló de su hija y de un gabinete paritario, habló en lenguaje a señas (…). Y sí, su propósito no era un discurso para pensar», confirmó Acevedo a Sputnik.
Tras la investidura, el flamante presidente juramentó a su nuevo gabinete en el Palacio Municipal en una ceremonia cerrada a la prensa nacional y extranjera, mientras la gente en las inmediaciones de la Catedral Metropolitana iniciaba el retorno a sus hogares, con el mandato presidencial de «hacer lo posible por sacar adelante al país».
El Salvador inicia así un período de gobierno sin sus tradicionales fuerzas políticas, la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena) y el FMLN, quienes gobernaron 20 y 10 años, respectivamente, tras la firma de los Acuerdos de Paz que pusieron fin al conflicto armado (1980-1992). (Sputnik)