Presidieron Díaz-Canel y Gustavo Petro la clausura del tercer ciclo de la Mesa de Diálogos de Paz entre las delegaciones del Gobierno de Colombia y del Ejército de Liberación Nacional
No es casual que Cuba haya acogido ayer un hito, un momento trascendental para la humanidad, cuando, en la clausura del tercer ciclo de la Mesa de Diálogos de Paz entre las delegaciones del Gobierno de Colombia y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), se llegaron a acuerdos como el del cese al fuego bilateral, nacional y temporal, y el del proceso de participación de la sociedad en la construcción de la paz.
No lo es, porque la historia está para explicárnoslo, para decirnos que lo vivido en el Palacio de Convenciones de La Habana –en presencia del Primer Secretario del Partido y Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez; del presidente colombiano Gustavo Petro, y del primer comandante del ELN, Antonio García–, tiene sus génesis en la profunda vocación de paz de la Revolución.
Entre rúbricas y apretones de manos estaba Fidel. Lo ocurrido es su legado, desde que vivió, en 1948, el asesinato del joven Jorge Eliécer Gaitán, en Bogotá, a partir del cual no dejó de seguir minuciosamente el desarrollo del acontecer en Colombia, convencido de que podía aportar mucho a la reconciliación de esa sociedad agobiada por la guerra.
«Luchar por la paz es el deber más sagrado de todos los seres humanos, cualesquiera que sean sus religiones o país de nacimiento, el color de su piel, su edad adulta o su juventud». Esa es la máxima fidelista en días como el de ayer.
Tampoco se desliga este hecho de uno de los logros más importantes del multilateralismo en América Latina y el Caribe, cuando, también en La Habana, la ii Cumbre de la Celac declaró a la región como Zona de Paz. «La paz no es una utopía. Es un derecho legítimo de cada ser humano y de todos los pueblos. Es una condición fundamental para el disfrute de todos los derechos humanos, en particular, el derecho supremo a la vida», dijo el General de Ejército Raúl Castro Ruz, anfitrión de aquella cita, en calidad de Jefe de Estado.
Por eso ayer el Presidente Díaz-Canel afirmó que «nunca renunciaremos a los compromisos adquiridos», y calificó de grandioso el aporte de la Mayor de las Antillas a los acuerdos logrados, «aun cuando el precio que pagábamos por cumplir lo acordado ha sido y es aún alto, no nos arrepentimos», señaló.
«Cuba ha acumulado experiencia a lo largo de los años en su empeño por contribuir a los procesos de paz en Colombia, y lo hacemos desde la profunda convicción de que los pueblos de Nuestra América merecen vivir en paz, con justicia social y desarrollo, sin injerencias externas y sin imposiciones», recalcó.
El Jefe de Estado colombiano agradeció a Cuba su hospitalidad para la paz de su país, «que no es solamente de este momento, de este proceso, sino que viene acompañando un esfuerzo para que en Colombia no nos matemos». En el contexto de tantos esfuerzos, recordó que durante su reciente visita a Washington le dijo al presidente de ee. uu., Joe Biden, que incluir a Cuba en la lista de países terroristas fue un acto de profunda injusticia.
También el jefe de la delegación del ELN, Pablo Beltrán, en su intervención, agradeció a Cuba por el apoyo brindado, y valoró que este tipo de acuerdo es una luz de esperanza. De ahí –dijo– la importancia de pasar de su escritura a concretarlo.
No fue un día más el de ayer, pues la paz es un compromiso con los pueblos, y en Cuba puede encontrar siempre su capital.
Fuente. Prensa Intenacional y Cuba