Algunas personas que dicen ser periodistas en estos tiempos dan pena ajena. Creen que el tener un título formal los faculta para hacer o decir cualquier cosa frente a las cámaras, los micrófonos o el teclado. Es una pena que un sector del periodismo costarricense haya degenerado en acciones que constituyen un irrespeto para el televidente, para el radioescucha o para el lector; es decir, hay personas en los medios de comunicación que pierden la perspectiva constantemente y actúan como si estuvieran en una reunión de amigos y amigas.
No se trata ser muy formalistas o muy inflexibles en el ejercicio del periodismo. Se puede informar teniendo espacios de flexibilidad con el público, pero sin llegar a ser chabacano, es decir, haciendo cosas de mal gusto. Lo primero que el periodista debe tener claro es que su cometido es informar, con todo lo que ello implica en el uso del lenguaje, en el equilibrio informativo y en la responsabilidad porque las informaciones sean veraces.
Unido a lo anterior, está el respeto que merece el receptor de las informaciones. No es lo mismo presentar en un noticiario una información, que participar en un programa de tertulia o algo por el estilo. Se trata de espacios distintos y las personas involucradas deberían tenerlo claro, especialmente, si son personas que han estudiado la carrera de periodismo en una universidad; no obstante, se ha vuelto frecuente aquello de que: pasaron por la universidad, pero la universidad no pasó por ellos o ellas.
La presentación de un noticiario no es un vacilón. No me imagino a don Rodrigo Fournier Guevara interactuando con Marcelo Castro, en un noticiario en directo, diciéndole: Chelo tiene usted el pase, venga con la información. Tampoco puedo visualizar a Danilo Arias Madrigal, como director de Notiséis, manifestando: Fonse (Gerardo Enrique Fonseca) estamos en vivo con usted, informenos. Menos me pasa por la mente que Rolando Ángulo Zeledón, en sus radioperiódicos, le diera la palabra a Donaldo Fonseca expresándole: Dona tiene usted la palabra para informarnos.
Este no se trata de un tema frívolo sino de un respeto mínimo al público. No se puede tratar al televidente que se queja por este tipo de comportamiento, dando a entender que se trata de una cuestión sin importancia. En un noticiario matutino ya solo falta que los presentadores digan cosas como estas: ahora vamos con Nacho, nuestro director; o en este momento escucharemos a Olguis nuestra presidenta; o tendrémos el honor de hablar Reni, el hijo de nuestro fundador.
No espero que estas palabras caigan en terreno fértil. La relativización que se ha hecho de las observaciones del ciudadano de a pie, evidencia la forma en que algunos “periodistas” conciben a sus televidentes, radioescuchas y lectores; se trata de un irrespeto conceptual, pero tampoco tengo esperanza que las nuevas generaciones de “periodistas” entiendan a qué nos referimos con este término.
Al buen entendedor o entendedora pocas palabras.
(*) Andi Mirom es Filósofo
andimirom@gmail.com