Opinión

Ni pasividad ni violencia, la respuesta es no violencia activa

Para alcanzar paz y bienestar frente a los conflictos sociales, a cada persona le corresponde una responsabilidad de acuerdo con el rol que desempeña, rol que en una sociedad libre depende de su personal elección.

Ante violaciones al Estado de derecho, ante acciones que causan daño a las personas que integran el colectivo político, quien ejerce funciones públicas debe asumir la carga de asegurar el cumplimiento de la ley.

¿Cuál debería ser el rol de las víctimas de la violencia y la gran mayoría de los costarricenses ante tales discordias?

Ni pasividad ni violencia. Hay un tercer camino, la no violencia activa.

En su celebración del Día de la Paz de 2017, que dedicó a la no violencia, el papa Francisco señaló:

“La no violencia activa es una manera de mostrar verdaderamente cómo, de verdad, la unidad es más importante y fecunda que el conflicto”.

“Cuando las víctimas de la violencia vencen la tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles en los procesos no violentos de construcción de la paz”…

“…una ética de fraternidad y de coexistencia pacífica entre las personas y entre los pueblos no puede basarse sobre la lógica del miedo, de la violencia y de la cerrazón, sino sobre la responsabilidad, el respeto y el diálogo sincero”…

“La no violencia practicada con decisión y coherencia ha producido resultados impresionantes. No se olvidarán nunca los éxitos obtenidos por Mahatma Gandhi y Khan Abdul Ghaffar Khan… y de Martin Luther King Jr… En especial, las mujeres son frecuentemente líderes de la no violencia…”.

Martin Luther King Jr., en medio de la épica lucha a favor de los derechos civiles, clamó: “A nuestros oponentes más amargos les decimos: enfrentaremos su capacidad para infligir sufrimiento con nuestra capacidad para soportarlo. Enfrentaremos su fuerza física con la fuerza del alma. Hágannos lo que quieran y continuaremos amándoles. No podemos, en buena conciencia, obedecer sus leyes injustas porque no cooperar con el mal es una obligación moral tan básica como cooperar con el bien. Encarcélennos y aún los amaremos… Envíen sus encapuchados a nuestras comunidades a medianoche para que nos golpeen y nos dejen medio muertos, y aún les amaremos. Pero tengan por seguro que los desgastaremos con nuestra capacidad de sufrir. Algún día ganaremos la libertad, pero no solo para nosotros mismos. Apelaremos a su corazón y conciencia, los ganaremos y los liberaremos de sus prejuicios. Nuestra victoria será doble”.

Y Benedicto XVI nos indicó “…para los cristianos la no violencia no es un mero comportamiento táctico, sino más bien un modo de ser de la persona, la actitud de quien está tan convencido del amor de Dios y de su poder que no tiene miedo de afrontar el mal únicamente con las armas del amor y de la verdad. El amor a los enemigos constituye el núcleo de la revolución cristiana”.

Los ciudadanos sufrimos hoy en Costa Rica la confrontación social producida por algunos grupos de interés que en defensa de sus ventajas recurren a la violencia (no atender a los enfermos, cerrar las carreteras, impedir que se abran las escuelas, negarse a acatar las leyes legítimamente establecidas, inventar y difundir insultos y noticias falsas en las redes sociales). Esas acciones nos afectan con perjuicios directos y también porque pueden impedir los cambios necesarios para el bienestar de los ciudadanos.  Pero nuestra respuesta no debe nunca ser la violencia. Tampoco la pasividad indiferente. Enfrentar la violencia con violencia no produce soluciones. Dar la espalda a los daños tampoco los solucionan.

Nuestra respuesta debe inspirarse en los maravillosos ejemplos de la resistencia pacífica, de la no violencia activa: denunciar las acciones indebidas, condenar los actos violentos, pero amar a los perpetradores, apoyar a los gobernantes a imponer civilizadamente la ley y ser pacientes.

Acerca de Hermez González

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