Opinión

Carlos Morales “El periodismo costarricense está destruido”

( seminario universidad ) Carlos Morales, quien fue maestro de periodistas en la UCR y el Semanario UNIVERSIDAD, analiza la triste situación por la que atraviesa la profesión. Jose Eduardo Mora

eportero desde los 14 años. Todo comenzó con un periódico escrito a mano en el Liceo Napoleón Quesada de Guadalupe. Luego vino la etapa de la euforia en La Nación, donde fundó el suplemento y los premios Áncora, hizo de gacetillero y después de reportero para más tarde desembarcar con mayor madurez en el Semanario UNIVERSIDAD. Dirigió este medio durante 22 años, al tiempo que era profesor en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Costa Rica (UCR), labor que ejerció por 30 años y que lo llevó a convertirse, sin duda, en uno de los grandes maestros de periodistas del país.

“La frivolidad, la superficialidad, lo jocoso, la diversión, eso es lo que están haciendo los periodistas hoy en televisión.”
Carlos Morales

Carlos Morales, escritor y periodista, también ha abordado el periodismo desde distintos puntos de vista en libros como, Los hechiceros del siglo XX (1976), El hombre que no quiso la guerra (1981) y Los hechizados del siglo XXI (2006), en este último libro hay una aceptación total de la derrota sobre aquellos ideales esbozados en el primer texto.

Tiene 70 años de vida y 50 de ser periodista. Aunque de manera oficial está retirado, siempre anda a la caza de temas, está atento a lo que sucede en su alrededor.

Lo mueve la curiosidad infinita del reportero.

En esta entrevista aborda la situación de la práctica periodística desde diversos ángulos y, mírese por donde se mire, concluye que el panorama local es oscuro y desolador, a tal punto que afirma que los periodistas de hoy ya no saben ni siquiera qué es noticia y olvidan que su profesión es un servicio público trascendental para la sociedad

Este es el periódico El Humilde, hecho por Morales cuando era estudiante de secundaria en el Liceo Napoleón Quesada. En la gráfica aparecen dos de sus libros dedicados al periodismo

En Los hechiceros del siglo XX, un libro en el que transpira entusiasmo por el periodismo, hablaba de que el periodista tenía que tener una vasta cultura para combatir a los empíricos, pero ese combate no salió muy bien.

–Yo era un idealista. Para mí el periodismo era un sacerdocio. Todavía tengo la sotana puesta. Yo quería que ese oficio pasara a ser una profesión. Los anuncios de la época decían, cuando se ocupaba un periodista: “se requiere joven con bicicleta”. Ahora piden cosas peores.

Resulta que yo quería que ese oficio mejorara y se convirtiera en periodismo universitario.

La Escuela se abrió para que se creara el Colegio de Periodistas. Los periodistas querían que los graduados ejercieran la profesión y no hubiera más empíricos. Era una época en la que había solo una universidad: la Universidad de Costa Rica. Los medios de comunicación se dan cuenta de que no les sirve que los reporteros estudien en lugar de tener bicicleta. Cobrarían más. La lucha nuestra va en contra de los intereses de los medios.

El 28 de septiembre de 1969 se crea el Colegio de Periodistas con el fin de que hubiera una colegiatura obligatoria. Los medios comenzaron a temblar. Empezaron las rencillas entre el colegio y los medios.

Los medios fundan una institución competidora, la Universidad Autónoma de Centroamérica (UACA), y ahí hubo un pleito del carajo. Peleé a capa y espada. La crearon y comenzaron a dar títulos con gran facilidad. Era un curso de pocos meses. Iban los amigos de los amigos de los medios de comunicación para poder entrar al Colegio.

Esa famosa pregunta que “funda” el periodismo moderno y que le hace el tan buscado David Livingstone a Henry Stanley: ¿qué pasa en el mundo?, ¿se ha olvidado en el periodismo actual?

–Si en este momento le preguntara a un periodista en cualquier medio de comunicación que me diga cuáles son las bases del periodismo, estoy seguro de que no me las puede dar. Son las seis preguntas de Rudyard Kipling: qué, cómo, cuándo, dónde, quién y por qué.

Si uno pone la televisión y están informando de un incendio nunca dicen dónde o dicen generalidades como que el suceso fue en San José, pero nunca precisan en qué parte de San José. A menudo no dicen ni cuándo. Es patético.

Ahora hay una especie de “coloquiantes” en la tele y en la radio, algunos con un dejito mexicano, que son formas verdaderamente ridículas, y ninguna apegada a las bases de la ciencia del periodismo.

La frivolidad, la superficialidad, lo jocoso, la diversión, eso es lo que están haciendo los periodistas hoy en televisión. Como se ve, no es que tenga celular, lo que se requiere del periodista en la actualidad es que no tenga mucho cacumen, ni se rebele. Así de grave es la situación. Bueno, habrá excepciones, pero no muchas.

Como exprofesor, cuando se topa con esas situaciones, ¿qué piensa?

–Me encabrono. Sé que perdí todas las batallas por un periodismo digno. En un momento dado tuvimos un Colegio de Periodistas fuerte e incluso le ganamos la batalla a un periodista estadounidense empírico que estaba respaldado por la tramposa Corte Interamericana de Derechos Humanos, la misma del matrimonio igualitario. Nuestro Colegio inspiró a otros en Nicaragua, Uruguay, México, República Dominicana y Cuba. La profesión se fortalecía, pero vino la embestida de los años ochenta y eso les dio pánico a los empresarios y políticos. El gobierno de Luis Alberto Monge hizo una consulta a la Corte Interamericana de Derechos Humanos y se dictaminó en nombre de la libertad de expresión que el periodismo lo podía ejercer cualquiera y el Colegio se fue al carajo.

Fue volver al muchacho de la bicicleta pero en un contexto peor.

La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) estaba detrás, desde luego.

–Siempre lo estuvo. La consulta no podía plantearla a la Corte cualquiera y tenía por lo tanto que hacerla un Estado y ahí estaba el gobierno sumiso de Luis Alberto Monge. Y esa Corte Interamericana de Derechos Humanos se ha prestado para muchas porquerías, no olvidemos lo de Manuel Zelaya, en Honduras, y el golpe de Estado, en Brasil. Esa Corte no me merece mucho respeto.

Y se confundió de manera amañada la libertad de expresión con el ejercicio del reporterismo.

–Exacto. Y son dos cosas distintas. Era una jugada para liquidar al Colegio. Todo el mundo tiene derecho a expresarse libremente, pero la actividad de reportero requiere una técnica, una ética y eso fue lo que destruyeron. Ahora no hay ni técnica ni ética y cualquier animador de corridas o mirón callejero reportea gratis desde su celular.

En Costa Rica solo sucede con el periodismo que cualquiera lo puede ejercer. No pasa eso con un médico, un psicólogo, un economista o un trabajador social, etc.

–Lo que pasa es que la profesión nuestra tenía un gran poder. Los periodistas iban en un ascenso a la proximidad del poder. Entonces otros tenían que tomar los medios, apoderarse de ellos. Infiltrar gente en los medios. Por ejemplo, la causa de los LGBTI está tremendamente infiltrada. Uno ve Canal 7 y nota un gran proselitismo gay. No tengo nada contra ellos, pero los medios le han dado un despliegue asombroso. Una marcha de 40 gais abarca cinco minutos en Canal 7 y una marcha hecha por la defensa de la familia tradicional, empujada por la Iglesia Católica y que cubre todo el Paseo Colón, Canal 7 y La Nación no la cubrieron.

Es la instauración del caos, muy lejos de las aspiraciones de cuando crearon la Escuela y el Colegio de Periodistas.

–Pensábamos que un periodista profesional, graduado, con el conocimiento de cómo generar, procesar y equilibrar una noticia era mejor. En este momento lo que predomina en los medios es la chocarrería, la estulticia, la farándula. Hay un panorama lamentable. No queda otra que acudir a los medios extranjeros como The Washington Post o El País, el gran periódico en el mundo hispano.

“El fenómeno de la decadencia proviene de muchas vertientes. Es parte de la decadencia global, la pulverización de la cultura, la civilización del espectáculo de la que habla Mario Vargas Llosa.”

Hábleme del infotainment, porque está relacionado con lo que usted denominó en Costa Rica periodismo corrongo, término que en su momento traspasó las fronteras.

–El fenómeno de la decadencia proviene de muchas vertientes. Es parte de la decadencia global, la pulverización de la cultura, la civilización del espectáculo de la que habla Mario Vargas Llosa.

Caravanas de imbéciles tomaron las redes sociales y desbarran impunemente.

El periodismo norteamericano, sea como sea, es un periodismo mayor, maduro, guía del periodismo en Occidente, aunque ahora esté Donald Trump como presidente.

Mirando la prensa gringa, en los 70 empezaron a publicar notitas de lo que llamábamos prensa rosa en primera página. Un día me encontré en una portada del Washington Post el rescate de un gato en un árbol, se subió el gato y eso fue una conmoción en la población donde sucedió.

Eso ya daba el atisbo de lo que iba a pasar. En primera página no podía ir, en sociedad, en locales, tal vez, pero no en primera página y entonces empecé a ponerle cuidado.

Documenté lo observado en la Revista Chasqui. Todo empezó con los títulos. De un momento a otro, decían: “psssss, psssss, pssss”, y eso era un título. Indicaba que lo que interesaba no era el servicio informativo, sino llamar la atención.

Mis clases sobre cómo titular ya no servían de nada. Mis clases sobre cómo titular un periódico eran 16 horas en total.

Luego empezaron a llegar a la prensa muchachitos que venían a jugar con el lenguaje, porque usaban un lenguaje afelpado, lleno de dulzura, amariconado, contrario a lo que es el servicio informativo, eso fue lo que llamé periodismo corrongo. En La Nación hay un especialista en decir las noticias lambisconamente, con “birlibirloque”, y eso va contra la noticia, contra el sacerdocio, eso fue lo que denuncié: el infotainment, mezcla de información con entretenimiento, que venía de Alemania.

Dígalo suavecito. Así vino a dañarse la técnica narrativa del periodismo: ya no se daba respuestas a las preguntas fundamentales. Solo manipulación.

En todo este ambiente en que se mueve el periodismo, ¿dónde queda la ética de la profesión?

–Si tiene bicicleta para qué quiere la ética. Esta pasa a un tercer plano. La dignidad del periodista a un quinto plano.

Gabriel García Márquez defendió siempre al reportero raso, la esencia del periodismo. ¿Qué queda de ese reportero hoy en día?

–Ya no hay reporteros. Ahora hay redacciones integradas donde el reportero tiene que hacer videos, escribir notas para el impreso, para la radio y para el digital.

El editor pasa sentado quemando culo, mientras le llegan los servicios de relaciones públicas. Los medios están uniformados: todos publican lo mismo. Las oficinas de RP (Relaciones Públicas) les mandan el mismo boletín o video a todos.

¿Hablamos de pseudoreporteros?

–Si van a la calle se pierde mucho tiempo. Ya no van a la calle porque todo lo ven en Facebook y Twitter. Esperan sentados el twiteo.

Es la batalla por el rating y el clic. ¿Ve alguna salida?

–Eso no lo veré yo. Creía que la esperanza era la universidad, me empeñé en eso, era mi causa personal. Me entregué a la Escuela de Periodismo con pasión durante 30 años, haciendo programas de estudios, ayudando en el sistema de enseñanza, a la departamentalización de la Escuela y el resultado es eso que tenemos.

Por lo que he leído en sus libros sobre periodismo, no le gustan las modas de periodismo de datos, periodismo de precisión, periodismo ciudadano.

–Los grupos comenzaron a crear capillas. Vamos a hacer un periodismo nuevo. Vamos a hacer periodismo investigativo. El periodismo siempre se hizo con base en el qué, el cómo, el cuándo, el dónde y el porqué. Eso es el periodismo. Todo periodismo es investigativo.

¿El desplome del periodismo no es por la aparición de Internet, o cree que sí?

–Con Internet se han logrado muchas mejoras. Hay cosas de la información que funcionan muy bien con Internet, pero otras se han deteriorado, como el hecho de que las redes sociales han sido tomadas por los imbéciles que aspiran a su minuto de fama, como bien lo dijo Umberto Eco.

Tras haber repasado todo ese panorama sobre el periodismo, ¿cuál es la función de un reportero hoy en día?

–Hoy no puedo responder a esa pregunta, porque el caos es tan grande que no veo cómo podemos tener a un reportero que entienda que el servicio público requiere de una técnica que ya no existe. Eso fue destruido por las empresas de comunicación.

¿Entonces para qué sirven las universidades privadas que enseñan periodismo?

–Venían a liquidar el Colegio. Eran de garaje. Ya con el Colegio caído no requieren ni las privadas. Ahora es suficiente la bicicleta. Muy pocos, casi ninguno, de los que enseñan periodismo en esas universidades tienen preparación. El resultado es que sirven como una manera de llenar un currículum.

Y de la Escuela de Comunicación de la UCR, ¿qué puede decir?

–La Escuela daba unos bandazos según el director que nombraban. Los auténticos reporteros no queríamos ser directores. Yo nunca lo fui. Nunca acepté. Los reporteros estábamos reporteando.

El reporterismo es incompatible con una dirección. El reporterismo es un sacerdocio. Fueron a buscar a un chileno, que era comunicador, la época de la comunicación colectiva, años setentas. Luego vino un filósofo y lo trajeron como director.

Era una escuela filosófica periodística. Filosofía del periodismo. Cosas así. Estaba al menos más cercana al periodismo. Cuando trajeron a un sociólogo entraron las corrientes posestructuralistas y la sociología de moda y de pandereta. Salió huyendo el sociólogo, buena gente, y fueron a buscar a un filólogo, que estuvo varios años; nunca había sido reportero, ni periodista, había estudiado a Michel Foucault y propició que otros fueran a estudiar semiótica; entró la semiótica y la escuela se convirtió en un gel extraño.

Así se crearon grupúsculos de intereses. Son parte del proceso de deterioro. Le narro esto a partir de la memoria, pero es una avalancha de mediocridad que prevalece en el siglo XX.

Mientras tanto el periodismo iba quedando de lado.

–Ya cuando hablamos de un reportero no saben qué es. Saber quién es Bennet, Livingstone y Stanley ya no interesa.

Si no sabemos para qué sirve y cómo debe comportarse un reportero, ¿para qué sirve hoy el Colegio de Periodistas?

–No sirve para nada. El Colegio es un bar con una finca.

¿La ley 4420 del Colegio de Periodistas da posibilidades de recobrar la obligatoriedad de la colegiatura profesional?

–Sí, hay posibilidades, pero se requiere de un cambio político en el país. Tendría el Estado que empezar a revalorar los conceptos que se han perdido como una nueva forma de convivencia nacional.

Estamos hablando de otro mundo. No es imposible, Rafael Correa lo hizo en Ecuador.

Sería una vuelta. Eso no siempre es ser reaccionario, se equivocan los que piensan que volver al pasado es ser reaccionario. Los grandes valores siguen siendo válidos.

Habría que cambiar el sistema político para lograr recobrar la obligatoriedad de la colegiatura en Costa Rica como una forma de rescatar la dignidad del oficio con la visión de restaurar todo el deterioro que hoy carcome a los medios.

¿Cómo ve los medios de comunicación nacionales?

–Pienso que el Semanario UNIVERSIDAD ha hecho cosas que no me han gustado. No me ha gustado verlo muy alineado con el PAC. Ha tenido momentos muy desagradables de servicio con el PAC.

No obstante, el Semanario es mucho más legible que otros medios. Desde el punto de vista informativo, La Extra, que alguna vez propuse que se debería cerrar por inmoral, informa mejor que los otros medios. Uno sabe lo que está pasando en el país si ve La Extra.

En los medios televisivos, el noticiero que mejor lo hacía era el de Canal 11, pero ahora lo cambiaron y lo integraron a los otros medios del consorcio.

Canal 7, que lo veo bastante, está lleno de rellenos y repeticiones, hasta de YouTube. O sea, nadie sale a la calle; no saben cómo encontrar la noticia.

No en vano la gente busca la información por redes ante tal panorama, pero estas suelen ser un gran basurero.

A La Nación la encuentro menos informativa que a La Extra, pero un poquito mejor escrita. En general pienso que el periodismo en Costa Rica está destruido; solo quedan vestigios y cenizas del periodismo como un servicio público. Pasé del entusiasmo a la derrota con una pasmosa celeridad, aunque la derrota en verdad no es solo mía, sino de la sociedad costarricense que a diario recibe tanta basura informativa. También es un mal universal.

Acerca de Hermez González

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