(REUTERS) Brasil se encaminaba el viernes a superar los 1,5 millones de casos confirmados de coronavirus, mientras el virus sigue haciendo estragos en el país más grande de América Latina y, aun así, las ciudades están reabriendo bares, restaurantes y gimnasios, lo que hace temer que las infecciones aumenten.
Brasil tiene el segundo mayor brote del mundo detrás de Estados Unidos y el virus ha matado a más de 60.000 personas.
En Río de Janeiro, una multitud se reunió a beber en la acera de un barrio elegante al lado de la playa el jueves por la noche, luego de que los primeros bares nocturnos de la ciudad fueron autorizados a reabrir.
Las imágenes de la fiesta en Leblon, donde pocos llevaban mascarillas y la gente estaba apiñada, se difundieron en las redes sociales, provocando condena y preocupación.
«Una tragedia anunciada», escribió en Twitter David Miranda, congresista federal por Río, sobre una foto de la acera llena de gente, y criticó al alcalde de la ciudad, Marcelo Crivella.
«La decisión de Crivella de abrir las puertas de los negocios tendrá un alto costo», agregó.
En un comunicado enviado por correo electrónico, la oficina de Crivella dijo que la policía local había pedido a varios establecimientos que cerraran el jueves, ya que las normas de salud pública prohíben la reunión de multitudes bebiendo fuera de los bares, además anunció que la vigilancia se intensificará durante el fin de semana.
Sólo en Río, más de 6.600 personas han muerto de COVID-19 en los últimos cuatro meses. Sólo 14 países en el mundo tienen un número de muertes superior al de la ciudad. Las unidades de cuidados intensivos de los hospitales públicos están al 70% de su capacidad.
Se espera que Sao Paulo, la ciudad más grande y más afectada de Brasil, abra bares y restaurantes la próxima semana.
El presidente Jair Bolsonaro ha sido muy criticado por expertos en salud por restarle importancia a la gravedad del virus, que ha descartado como una «pequeña gripe». Bolsonaro ha presionado a los gobernadores y alcaldes durante meses para revertir las medidas de cierre y reabrir la economía.
El viernes, Bolsonaro vetó partes de una ley que habría hecho obligatorio el uso de una mascarilla en espacios cerrados donde se reúnen grandes grupos, como iglesias y escuelas.