(AFP) Colombia, el mayor productor mundial de cocaína, redujo las hectáreas de hoja de coca aunque la producción se mantuvo estable en 2019.
El país registró 154.000 hectáreas cultivadas, una baja de 9% frente a las 169.000 de 2018, lo que «rompe la tendencia de crecimiento que se inició en 2014», dijo Pierre Lapaque, representante de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Undoc) en Colombia.
El 2019 siguió la tendencia a la baja en los sembradíos ilícitos de la materia prima de la cocaína iniciada en 2018 tras las alzas sostenidas desde 2014, cuando se contabilizaron 69.000 hectáreas, según el informe anual conjunto de Undoc y el gobierno colombiano, que se realiza desde hace dos décadas.
Desde hace un lustro la siembra empezó a crecer hasta alcanzar la cifra récord de 171.000 hectáreas en 2017, que el entonces gobierno del expresidente Juan Manuel Santos achacó a expectativas de beneficios derivados del acuerdo de paz con la exguerrilla FARC en 2016 y al debilitamiento del peso colombiano ante el dólar.
«Aquí queda plasmado el esfuerzo de todo un país y esperamos que estas tendencias se mantengan y se incrementen», dijo el mandatario Iván Duque durante la presentación del reporte en la sede del gobierno.
Sin embargo, el reporte enfatiza en que hay «tres veces más coca que en 2013, el punto más bajo de la serie histórica», con 48.000 hectáreas.
Lapaque sostuvo que la coca tiende a concentrarse en siete zonas, las que llamó «enclaves productivos», que duplican la productividad promedio del país y concentran el 36% de los sembradíos.
Son «territorios con condiciones propicias para el ciclo de producción completo: cultivo de hoja de coca, transformación a base o clorhidrato de cocaína, y tráfico a centros de consumo en Colombia y en el exterior», reza el texto.
Los enclaves están situados principalmente en departamentos fronterizos con Venezuela y Ecuador o con acceso al océano Pacífico, mayor punto de salida de la droga a Estados Unidos.
«En los enclaves la coca deja de ser funcional al control territorial de los grupos criminales y se incorpora en una dinámica de optimización de rentas, donde se controla menos territorio, pero se desarrollan más incentivos para la actividad ilegal», afirma el informe.
Duque alertó de los daños al medioambiente por la siembra de esta planta, que en algunas regiones obliga a deforestar selva y bosques. El 30% de las plantaciones de coca están en parques nacionales, resguardos indígenas o tierras de afrocolombianos.
– Producción estable –
Aunque ahora hay menos área cultivada, la producción de cocaína se mantuvo estable por «una mayor productividad de los lotes de coca» de los enclaves productivos, agregó Lapaque.
El potencial de producción de clorhidrato de cocaína se estimó en 1.137 toneladas métricas, lo que representa un aumento de 1,5% en comparación con 2018.
«Se estima que el ingreso bruto de la producción potencial de clorhidrato de cocaína tipo exportación producido en Colombia en 2019 tiene en el país un valor» de unos 1.928 millones de dólares, agrega.
El informe señala que la pandemia de covid-19 ha afectado a los narcotraficantes por la dificultad para encontrar las sustancias químicas necesarias en el proceso de la cocaína, así como los mayores controles en el tráfico de la droga.
Desde que asumió el poder en agosto de 2018, el gobierno conservador de Duque estableció como prioridad la lucha contra el narcotráfico y lanzó un plan antidrogas que prevé reducir a la mitad el territorio cultivado con coca entre 2022 y 2023.
El mandatario ha dicho que el año pasado se erradicaron manualmente 100.000 hectáreas, una cifra histórica, y para este 2020 se espera que se acaben otras 130.000. Sin embargo, expertos estiman que la resiembra alcanza en promedio cerca del 50% de las hectáreas erradicadas a la fuerza.