( EL TIEMPO LATINO ) El impacto del coronavirus en el mundo se expandió por cada rincón. Luego de su incidencia en China, pasando con fuerza por países europeos como Italia y España, aterrizó en Estados Unidos para hacer del gigante mundial la nación con más casos positivos y muertes hasta el momento. Pero ahora, expertos afirman que Latinoamérica figura como el epicentro de la pandemia.
Sintiendo los estragos del brote en cada uno de sus territorios, la región padece un virus que hasta este lunes acabó con la vida de más de 400 personas.
Pese a que la vulnerabilidad es palpable en el territorio latinoamericano, una población en particular se asoma como la más frágil: los indígenas.
De acuerdo con el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales y la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Latinoamérica agrupa a más de 800 pueblos indígenas que totalizan alrededor de 50 millones de personas. Estadísticas del Banco Mundial señalan que el 48% vive en una región urbana.
El aislamiento voluntario de grupos indígenas y el difícil acceso de estos a un sistema de salud sólido los pone en el ojo del huracán y a su vez como potenciales víctimas del Covid-19.
El pasado 5 de junio, desde la oficina de los Derechos Humanos para América del Sur de la ONU, en conjunto con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, los pueblos indígenas fueron calificados como “grupos en situación de especial vulnerabilidad”.
Los números muestran las grietas: indígenas representan el 8% de la población de la región; no obstante, conforman el 14% de la pobreza latinoamericana y el 17% de la extrema.
No son pocos los que no cuentan con acceso a servicios de salud, medicinas y agua potable, dando como resultado a incalculables personas con marcadas vulnerabilidades sanitarias, donde enfermedades como el paludismo, diabetes y la tuberculosis acaban con la vida de estos grupos con mayor facilidad en comparación con otros.
De acuerdo con estadísticas de la ONU, 50% de los adultos indígenas de más de 35 años de edad padece diabetes tipo 2 y presente una esperanza de vida de 20 años menos.
En un comunicado, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, organismo dependiente de la ONU, señaló que “la discriminación estructural que afecta a los pueblos indígenas, junto con el empobrecimiento derivado del despojo sistemático de sus territorios y la pérdida de las formas de vida tradicionales, además de los obstáculos para la participación política y el racismo persistente, tienen un fuerte impacto negativo sobre la salud de los pueblos y las personas indígenas”.
Aunque expertos luchan día a día por dar con la vacuna que frene la pandemia, la velocidad del coronavirus hace pensar en lo peor. Los antecedentes así lo confirman: el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo para América Latina y el Caribe detalla que “si bien las cifras son inciertas para el contexto latinoamericano la mortalidad por la Influenza y H1N1 fue entre 4 y 7 veces mayor en las poblaciones indígenas”.
En Brasil, por ejemplo, el resultado es palpable. El ministerio de Salud de la nación informó que el número de muertos por coronavirus en el Amazonas por cada 100 mil habitantes es casi 5 veces mayor que la cifra para todo el país. Este patrón se repite en todos los países que comparten esta selva, como Colombia y Perú. El Covid-19 está acabando con las comunidades indígenas de América Latina. Tanto así, que algunas podrían desaparecer.
Así lo afirmó David Cotacachi, del Banco Interamericano de Desarrollo, en entrevista con el escritor venezolano Moisés Naim. El especialista indicó que cerca de 150 pueblos indígenas hacen vida en la Amazonía, los cuales “presentan riesgo de extinción porque no tienen ninguna inmunidad a enfermedades que actualmente pueden tratarse con vacunas”.
El lado positivo radica en la alerta que desde organismos se han desarrollado. Recientemente, Vinícius Pinheiro, director regional de la OIT, dijo que “la cara más nefasta de esta pandemia es la de la desigualdad, porque la enfermedad y sus consecuencias sociales y económicas afectan más a los que menos tienen, como son los pueblos indígenas y tribales, con escasa protección social o acceso a la salud (…) una vasta mayoría de mujeres y hombres indígenas viven en condiciones precarias y trabajan en condiciones de informalidad en los sectores más afectados por la crisis, lo cual se traduce en la pérdida de los medios de vida”.
La misión no solo se centra en que médicos especializados busquen sin cesar la cura al brote, también por la debida atención a grupos vulnerables y así evitar alimentar los números rojos del Covid-19 en la región.