Aunque evitó referirse específicamente al arresto del obispo Rolando Álvarez, el papa Francisco manifestó su «preocupación y dolor» por la situación del país centroamericano, en el que el Gobierno y la Iglesia Católica arrastran un profundo enfrentamiento. El pontífice deseó que «se puedan encontrar las bases para una convivencia respetuosa y pacífica».
Este domingo 21 de agosto, en el final de sus tradicionales rezos en la Plaza de San Pedro, el papa Francisco se pronunció sobre Nicaragua, donde el Gobierno de Daniel Ortega mantiene un extenso conflicto con la Iglesia Católica, agravado por la detención del obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez.
El pontífice, que nunca había hablado de la situación hasta ahora, expresó que sigue «con cercanía, preocupación y dolor» la crisis nicaragüense que «afecta a personas e instituciones».
«Quisiera expresar mi convicción y mi deseo de que por medio de un diálogo abierto y sincero se pueden encontrar las bases para una convivencia respetuosa y pacífica», subrayó, sin puntualizar en el caso del obispo Álvarez, arrestado el pasado viernes.
Además, pidió que el Señor y la Virgen «inspiren en los corazones de todas las partes tal concreta voluntad».
La detención de Álvarez, obispo de la diócesis de Matagalpa, administrador apostólico de la Diócesis de Estelí y opositor al régimen de Ortega, fue el episodio más reciente del enfrentamiento que el gobierno de Nicaragua mantiene con la cúpula religiosa.
La detención del obispo Álvarez profundiza la brecha entre el Gobierno de Nicaragua y la Iglesia
Junto con el arresto del prelado, que estaba recluido en la curia episcopal hace 15 días y ahora está en prisión domiciliaria, también fueron aprehendidos cinco sacerdotes, dos seminaristas y un camarógrafo, quienes fueron trasladados a una cárcel en Managua, indicó la policía.
El viernes, la vicepresidenta nicaragüense Rosario Murillo consideró «necesaria» la detención de Álvarez como medida para «preservar la paz y la concordia».
El marco hostil fue observado y condenado por organizaciones internacionales como Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos.
La administración de Ortega mantiene un feroz enfrentamiento con la Iglesia desde la represión a manifestantes en 2018. En ese escenario, la congregación buscó mediar entre el Gobierno y los civiles.
La Iglesia ha pedido justicia por los 360 habitantes que fallecieron durante los disturbios; mientras que el propio presidente los calificó de «terroristas».
Desde entonces ha obligado al exilio a algunos de sus referentes, como Silvio Báez en 2019; y expulsó de manera unilateral al nuncio apostólico del Vaticano, Waldemar Sommertag, en marzo último, después de que este denunciara el autoritarismo de Ortega.
En tanto que, a principio de mes, la policía avanzó sobre siete estaciones de radio católicas. Bajo denuncias de una supuesta conspiración, cerró las emisoras y –en algunos casos– confiscó los equipos.
Con EFE y Reuters