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El reciclaje en República Dominicana, en manos de generaciones de migrantes

Generaciones de manos de migrantes haitianos y sus descendientes se encargan del reciclaje en República Dominicana. Una abrumadora mayoría de los diez mil ‘buzos’ que hay en el país -como se conoce a los recolectores de residuos sólidos- son inmigrantes indocumentados que llegaron en busca de mejores oportunidades, o dominicanos descendientes de haitianos sin papeles de identidad. Un incipiente proyecto de ley que promete incluirlos, por primera vez en la historia del país, podría cambiarles la vida.

Benzo Jean Pierre es un haitiano que llegó a República Dominicana hace 20 años. Lleva 17 trabajando en Duquesa, el segundo vertedero más grande del país, que recibe la basura de este y los otros cinco municipios que componen El Gran Santo Domingo.

Duquesa es uno de los 350 vertederos que hay en toda República Dominicana. Fue un terreno donado hace más de 50 años al Estado dominicano y desde entonces ha ido recibiendo capas inmensas de basura. De acuerdo con el Ministerio de Medio Ambiente, cada día llegan 5.200 toneladas de desechos de los capitalinos. Para gente como Benzo, es un tesoro.

“Yo estoy trabajando duro para que mis hijos no vengan a hacer el mismo trabajo que yo estoy pasando”, cuenta Benzo mientras recoge algunos residuos en los alrededores de su vivienda. Todos los días inicia su labor a las seis de la mañana, almuerza al mediodía y prosigue su labor sin descanso: separar lo que aún tiene valor de lo que ya no lo tiene, hasta las primeras horas de la madrugada del día siguiente.

Un 60 % de los recicladores son migrantes haitianos

En Duquesa, especialmente en el barrio Los Casabe, “viven muchos, muchos, muchos haitianos”, dice Robinson García Silfa, vicepresidente del Movimiento Nacional de Recicladores del país. “El haitiano, por lo regular, o no solamente al haitiano… El pobre, por lo regular, se muda cerca de donde más podrá conseguir qué hacer”, agrega.

De los 10 mil ‘buzos’, como se conoce a los recolectores de residuos sólidos, que hay en el país, alrededor del 60 % son migrantes haitianos, según cifras del Movimiento Nacional de Recicladores. “Los migrantes haitianos que se dedican a buzos son indocumentados, la mayoría con familias grandes, con hijos nacidos en el país y a su vez sin documentaciones”, según García Silfa.

La casa donde Benzo Jean Pierre vive con su familia, cerca a uno de los mayores vertederos del país. © Kharla Pimentel

En el barrio llamado ‘Batey Duquesa’ hay entre 25 y 30 casas. Allí viven en su mayoría migrantes haitianos. La casa de Benzo, ubicada muy cerca de las faldas de basura del vertedero, es de concreto desde hace unos meses, según cuenta. Antes era de zinc y madera, estaba a punto de colapsar sobre su cabeza, la de su esposa y las de sus hijos. Así que fue reconstruida hace algunos meses, gracias al apoyo de una asociación de ayuda a migrantes en el país, cuyos representantes visitaron el vertedero y lo encontraron merodeando cerca de la zona.

Una de las razones por las que esta población carece de los servicios más básicos para vivir es que no cuenta con la nacionalidad dominicana. Ni ellos ni sus hijos, aunque estos hayan nacido en el país, ya que los hijos de inmigrantes haitianos no son naturalizados por el solo hecho de nacer en este territorio, y la legislación dificulta el proceso de legalización. 

Descendientes de haitianos indocumentados, una problemática de generaciones

Esta problemática es algo que el país arrastra desde hace décadas y que conlleva conflictos políticos entre Haití y Dominicana. Algunas regulaciones y la emisión de sentencias -como la 168/13- han impedido que los hijos de haitianos obtengan la nacionalidad, al considerarlos extranjeros. Además, acceder a la nacionalidad conlleva un papeleo que muchos haitianos ni siquiera pueden costear. 

Esta problemática se hereda de generación en generación. Hay incluso hijos de dominicanos con ascendencia haitiana que en su momento no fueron registrados de manera oportuna y que posteriormente encontraron solo puertas cerradas para registrarse tardíamente en la institución responsable, la Junta Central Electoral Dominicana. 

Buzos haitianos realizando trabajo en el vertedero de Duquesa, el segundo vertedero más grande de República Dominicana. © Kharla Pimentel

“Todos esos muchachos que yo tengo ahí -dice refiriéndose a sus hijos- no tienen documentos, nosotros somos ilegales aquí”, expresa Benzo con su mejor español, ya que su lengua natal es el creole. Su esposa, embarazada de su sexto hijo, lo mira sonriente. Dice que él se esfuerza por dar una mejor vida a su familia, pero no cree que ellos puedan llegar a ser más que buzos.

De acuerdo con García Silfa, el migrante haitiano viene al país a buscar dinero y comida para poder enviar a sus familiares . “Los que vienen sin documentos ni nada (…) van a meterse a un vertedero a buscar la forma de cómo sobrevivir”, dice García Silfa.

Desde la división de la isla La Hispaniola -la única de la región con dos países- la migración entre ambos países ha sido constante. Pero a través de los años y la destrucción de los recursos en Haití, la migración es cada vez más unidireccional, ya que República Dominicana es la única oportunidad de encontrar a través de un viaje por tierra mejores condiciones económicas y de vida. 

*Este artículo hace parte de la serie de publicaciones resultado de la Beca de producción periodística sobre Reciclaje Inclusivo, ejecutada con el apoyo de la Fundación Gabo y Latitud R. Pueden encontrar el artículo completo y más contenidos en www.distintaslatitudes.net 

france24-com y AFP

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