San Salvador. Para pocos es un secreto que el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, tiene muchos puntos a favor para reelegirse en los comicios del 4 de febrero de 2024.
Durante lo que va de 2023, el mandatario registra más del 90 por ciento de una calificación favorable por la población, lo cual, unido al éxito de su política de combate a las pandillas, lo hacen casi invencible.
Al respecto, el politólogo Álvaro Artiga, director del programa de maestría en Ciencia Política, de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), valoró que “es probable que sea reelecto, no tiene rivales”.
El académico opinó que es la estrategia de mercadeo que apela más a las emociones o a las “entrañas” de la gente lo que marca la diferencia con relación a Bukele de sus potenciales rivales.
Sin embargo, las encuestas evidencian que la preocupación popular principal es sobre la economía, y si las propuestas gubernamentales no convencen a 56 por ciento de votantes que, según pesquisas, carecen de preferencia de partido político, el líder de Nuevas Ideas puede tropezar.
En muchas naciones, y El Salvador no es la excepción, la economía arrastró al abismo a figuras políticas y partidos.
Un ejemplo de referencia fue el enfrentamiento en 1980 del demócrata James Carter y el republicano Ronald Reagan en Estados Unidos, en el cual la crisis energética y la estanflación (un estancamiento económico a la misma vez que un alza de los precios y aumento del desempleo), propiciaron la derrota del primero.
El alza sostenida de la canasta básica y el golpe de otros indicadores sobre la población, son indicadores que deben llevar a la reflexión Bukele con rumbo a 2024.
Sin dudas, el desmantelamiento de las maras o pandillas, y bajar el número de homicidios hasta tasas nunca vistas en las Américas (1.8 por cada 100 mil habitantes), benefician al presidente salvadoreño.
Un reciente artículo del diario La Prensa Gráfica abordó el problema de la economía y aseguró que la inflación nacional parece imparable, y solo en enero de este año, después de meses precedentes con subidas, los precios se incrementaron en 7.03 por ciento interanual y los alimentos se encarecieron 12.22 puntos porcentuales.
Al respecto, el Fondo Monetario Internacional (FMI) predijo que la tendencia alcista en los precios se mantendrá durante 2023.
El diario, uno de los más críticos del actual gobierno, valoró que enero de este año se encadenó como el noveno mes consecutivo por encima del siete por ciento, barrera que superó en mayo pasado cuando fue del 7.48, refirió el Banco Central de Reserva (BCR).
Debe preocupar a Bukele que los alimentos y bebidas no alcohólicas presenten la mayor inflación acumulada del Índice de Precios al Consumidor (IPC), con 12.22 por ciento, 3.27 puntos del 8.95 por ciento registrado en enero de 2022.
En El Salvador, en un año preelectoral todo está subiendo, la inflación golpea con fuerza, en especial a los sectores de menos ingresos, aquellos a los que el salario mínimo apenas les da para hacer una comida al día. Es un panorama que puede desembocar en algo sombrío, ya que la desigualdad reedita parámetros que llevaron al país a la guerra de los años 80 del pasado siglo.
El BCR fijó en diciembre su proyección de inflación para 2023 en 3.3 por ciento, mientras que otros como el FMI la proyectan sobre 6,6. Asimismo la proyección del crecimiento gubernamental es de un tres por ciento, muy por encima de lo estimado por la Comisión Económica para América Latina (Cepal) de un 1.6, y también mayor que el 1.7 del FMI.
Ricardo Castañeda, economista principal del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI), alertó que el país vive síntomas de una crisis económica silenciosa, algo que se refleja en que 165 mil salvadoreños cayeron en pobreza extrema en los últimos dos años.
Aseguró que este año habrá familias a las que les costará llegar a fin de mes dado el contexto internacional que influye directamente y sostuvo que las medidas y políticas gubernamentales poco ayudarán a evitar el impacto del alto costo de los alimentos.
Lejos de ser alentador, 2023 se proyecta para que la economía local vuelva a ser la de menor crecimiento en Centroamérica, de 1.6 a dos por ciento, indican algunas estimaciones, algo que funcionar contra las aspiraciones reeleccionistas de Bukele.
Expertos y economistas como Castañeda y Cesar Villalona entienden que no existe hasta el momento ninguna medida «anticrisis» diseñada para ayudar a los menos favorecidos, a la gente de a pie, que son mayoría en este país, donde poco mas de 160 millonarios acumulan riqueza equivalente al 87 por ciento de la producción nacional, precisa un reporte de la ong Oxfam. Incluso subsidios como el de la gasolina, no representan nada para los más necesitados. Los carburantes ya comenzaron a subir sus precios de manera vertiginosa en lo que va de 2023.
En tal escenario llama la atención que en el presupuesto de 2023, el gobierno designó la partida más grande para pagar el vencimiento de la deuda de este año que ronda los dos mil millones de dólares, por encima de salud y educación y recortó partidas para programas sociales.
Claramente se nota que esas decisiones no están basadas en indicadores de desarrollo o basadas en mejorar el bienestar de la gente, un aspecto que pudiera marcar los ataques opositores contra el previsible candidato presidencial, Bukele.
A poco más de 11 meses de las elecciones presidenciales y legislativas, son más frecuentes las frases “todo está más caro”, y hasta el huevo, ese socorrido alimento de antaño, ya muchos los consideran un lujo por el alto precio que registra.
Esa situación, según la Dirección de Datos, Estadísticas y Censos, influyó que de 2019 a 2021 el número de personas en pobreza extrema aumentó en El Salvador y se redujo notablemente el poder adquisitivo.
El gobierno no es ajeno a estos problemas que se convierten en desafíos de cara a las elecciones de 2024.
Bukele busca alternativas, entre ellas pulsar en la promoción del país como destino turístico, ya sea Surf City o paraíso del Bitcoin, para atraer inversionistas que ponga capital para dinamizar la economía.
Pero, pese a la mucha publicidad, los criptoactivos no terminan de despegar y la gente los ve como una política fracasada, y no son pocos los que piden dejar esa apuesta que puede ser dañina.
El Salvador puede llegar a ser paraíso fiscal para activos digitales porque no se pagarían impuestos, aunque algunos temen convertirse que el país se convierta en un centro de lavado de dinero y otros ilícitos, más cuando el gobierno esta apremiado de conseguir financiamiento.
Hasta ahora, el salvavidas de la Casa Presidencial derivó de las remesas que subieron este año y se proyectaron como el dique que evita que la situación económica sea un caos.
Castañeda valoró que el modelo económico del Gobierno necesita de emigrantes y sus remesas, porque es la única manera de asegurar que ese dique siga evitando una catástrofe económica.
Fuente: Prensa Latina