Hola Rodolfo,
Denuncia usted la nueva iniciativa que ahora se quiere aprobar en el Congreso a marcha forzada, para ponerle más impuestos a las cooperativas. Conviene analizar esta situación que se anunció hoy con júbilo en el Congreso, en el mismo día que hace 67 años se fundó el PLN. Que triste coincidencia. Digo triste, porque si otrora fuimos el partido de las cooperativas, del desarrollo del sector social y del progresismo, hoy ya no lo somos.
Bajo su coordinación, Rodolfo, las cooperativas buscaron al Ministerio de Hacienda antes de aprobarse el Plan Fiscal. En esas conversaciones llegaron a un acuerdo que luego se firmó, mediante el cual el sector cooperativo aceptaba pasar de 8,600 millones de impuestos anuales a 20.000 millones, monto que además se acordó aumentar anualmente para llegar a 40.000 millones en el 5to año.
El Congreso aceptó ese acuerdo y lo incorporó en el Plan Fiscal. Yo interpreto eso como el resultado de un diálogo serio, responsable, y un ejemplo de solidaridad del cooperativismo para ayudar a solucionar la situación fiscal que heredó este gobierno tras cuatro gobiernos en fila que no pudieron resolverlo.
Ahora, luego de aprobado el Plan Fiscal (que tampoco resuelve la situación fiscal), con Liberación a la cabeza los diputados de varias fracciones apoyan este nuevo impuesto a las Cooperativas, idea que nació en el PUSC.
Algunos lo harán porque se volvió ‘popular’ arriarle a cooperativas potentes como Dos Pinos, Coopenae, o Coopelesca. Otros porque piensan que les sirve de plataforma política. Todavía otros lo harán porque tras el negocio de la leche, las finanzas y la energía hay fuertes intereses económicos. Al mismo tiempo el gobierno desconoce lo firmado con las cooperativas y celebra la nueva iniciativa fiscal contra ellas.
¿Se volvió en mala cosa ser cooperativa exitosa como Dos Pinos o Coopenae o Coopelesca?
¿Acaso queremos que las cooperativas sean sólo pequeñas y débiles, cediendo espacio a otros sectores económicos?
¿Se volvió pecado ser cooperativista?
Yo prefiero cooperativas fuertes y potentes, que contribuyan y que no haya que subsidiar o rescatar. Una cooperativa débil no le sirve a sus asociados. Si existen excesos en el sector cooperativo, corrijámoslos. Esa debe ser la primer responsabilidad del sector cooperativo, porque más de 900.000 cooperativistas en este país merecen que sus cooperativas sean correctas y cada día más exitosas.
¿Queremos aumentar los ingresos fiscales? Existen otras oportunidades para lograrlo. ¿Por qué no presentan los diputados un proyecto de ley para establecer un tope del 25% a los intereses que cobran en las tarjetas de crédito y le ponen un impuesto alto a cualquier exceso? Eso produciría un alivio para cientos de miles de costarricenses que se ven ahogados por los intereses de usura que les cobran en sus tarjetas, y al mismo tiempo le produciría más ingresos al Gobierno.
¿Será que eso no lo hacen los diputados porque quienes emiten esas tarjetas y cobran intereses escandalosos son los mismos que ahora le financian las campañas políticas a los partidos políticos mediante los conocidos fideicomisos?
Se celebra que nacimos a la política hace 67 años. Pero reconozcamos que ya no somos el partido que estimula el desarrollo mediante el empleo digno; ni el partido de los agro-productores; ni el partido que apoya el bienestar de la clase media. Ya tampoco seremos el partido enraizado en sectores sociales como el cooperativismo.
El mismo día que se celebran 67 años de haber nacido a la vida política, algunos en la alta dirigencia del PLN y de otros partidos políticos arremeten contra las cooperativas. En verdad, ¿hay algo que celebrar? Sólo si cambiamos el rumbo para liderar la modernización del país empezando por potenciar a los que menos tienen.
Un abrazo, querido Rodolfo.
(*) José María Figueres Olsen, ex presidente de Costa Rica