(Elmundo.cr, Turrialba, 12/09/2019)
Los funcionarios del hospital William Allen de Turrialba tienen el objetivo de mejorar las condiciones de vida de la población indígena Cabécar, que reside en la zona agreste de Chirripó.
Ahora el equipo del hospital turrialbeño no solo se preocupa por atender a esa población indígena en sus consultorios, quirófanos o laboratorios, sino también hacen gestiones para conseguirles transporte gratuito, un albergue y hasta los mecanismos necesarios para trasladar a los difuntos para darles sepultura en su tierra natal y de acuerdo con sus ritos indígenas.
También proyectan construir en las instalaciones hospitalarias un rancho al estilo Cabécar para tengan un lugar de reunión, mientras un pariente o un amigo permanece en las instalaciones hospitalarias. Ese hospital ya cuenta con un puesto de información donde, Ericka Herrera, la traductora Cabécar, los puede conectar con el mundo hospitalario.
La finalidad del grupo del Willian Allen, que asumió esta misión, es efectuar coordinaciones con el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS), con la municipalidad local y con la empresa de transportes de Turrialba para que les pueden facilitar transporte gratuito y albergue para que los indígenas puedan permanecer cerca del hospital cuando requieran un seguimiento médico que no amerite una hospitalización.
Visión extramuros
Como parte de esta acción, el viernes último, conformaron un grupo multidisciplinario de 30 profesionales, contrataron un bus y se fueron para Alto Quetzal para atender a esa población.
Las instalaciones del colegio y de la escuela local, se convirtieron en consultorios donde trabajadores sociales, psicólogos, médicos generales y especialistas, enfermeras, odontólogos, farmacéuticos, asistentes técnicos de atención primaria en salud trabajaron de sol a sol para cumplir su cometido: atendieron a 270 personas.
Como parte de esta faena encontraron tres casos de varicela, un niño con alteraciones renales, lesiones de piel muy complejas…que requirieron una atención de mayor complejidad en el hospital turrialbeño.
Con ese objetivo, se establecieron tres zonas: en el liceo rural Kabebata se reunieron con directores y orientadores de la zona para efectuar un conversatorio sobre el suicidio en adolescentes, impartido por el psicólogo Dagoberto Solano Marín, mientras tanto las trabajadoras sociales Lucy Zúñiga y María Isabel Ramírez compartieron con los alumnos de décimo año temas sobre las drogas y sus consecuencias.
En el puesto de Salud de Alto Quetzal fueron atendidas las consultas de ginecología por parte de la especialista Giannina Retana, entre tanto la radióloga Lineth Fonseca efectuó ultrasonidos tanto a mujeres embarazadas como a la población que lo requería.
El servicio de Farmacia fue atendido por los farmacéuticos Giovanni Vargas y Víctor Morales, quienes despacharon los medicamentos prescritos por los médicos y proporcionaron a todos los niños que asistieron a la consulta, una dosis de antiparasitarios.
En las aulas de la escuela Kabebata se instalaron los consultorios de odontología a cargo Elvis Morales, también se dio consulta oftalmológica a cargo del especialista Juan Carlos Rivers y el optometrista Carlos Alvarado tuvo a cargo las pruebas visuales.
También se ofreció consulta de medicina general a cargo de Gisela Murillo y consulta de medicina familiar y comunitaria por parte Yerlin Matamoros. Adicionalmente, la dermatóloga Elizabeth Acón ofreció consulta dermatológica. Este grupo estuvo acompañado por técnicos, auxiliares de enfermería, auxiliares en registros médicos y el apoyo de la ingeniera en sistema y la intérprete de Cabécar.
Para la doctora María Eugenia Villalta Bonilla este trabajo hospitalario y extramuros procura llegarle a una población muy vulnerable y con muchas privaciones. “ Es un acto de amor al prójimo”, sentenció.
