( RT) Con raíces que se prolongan desde hace ya varios años, un conflicto latente mantiene a África al borde de una posible guerra. Se trata de la disputa entre Egipto y Etiopía por la construcción, en suelo etíope, de una enorme central hidroeléctrica sobre un afluente del Nilo. Las autoridades egipcias intentan frenar el proyecto, ya que la gigantesca represa amenaza con destruir casi toda la agricultura de su país.
En el más reciente giro de esa disputa, la semana pasada tuvieron lugar negociaciones trilaterales entre Egipto, Etiopía y Sudán, con miras a lograr un consenso entre todas las partes involucradas. Sin embargo, El Cairo y Adís Abeba, los principales antagonistas en el conflicto, no pudieron llegar a un compromiso.
Este lunes el ministro de Exteriores de Egipto, Sameh Shoukry, anunció que debido al estancamiento en las negociaciones, su país podría apelar al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para que, en aras de la seguridad global, detenga los pasos unilaterales de Adís Abeba que afectan los derechos egipcios al agua.
Un «mega proyecto» y fuente de «orgullo nacional»
Desde 2011 está llevando adelante Etiopía el proyecto conocido como la Gran Presa del Renacimiento Etíope, llamado a convertirse en la central hidroeléctrica más grande del continente africano. Actualmente, menos del 45 % de la población de ese país tiene acceso a la electricidad. Se prevé que el funcionamiento de la represa no solamente satisfará las necesidades a nivel nacional, sino que también permitirá exportar energía a las naciones vecinas.
«La presa que estamos construyendo juntos, uniendo las manos, está en la lista de los mega proyectos no solo de África sino de todo el mundo, y se convierte en la fuente de nuestro orgullo nacional», dijo el exprimer ministro de Etiopía Hailemariam Desalegn en el 2017.
El proyecto, que en la mente de los etíopes se transformó en una especie de idea nacional, promete convertir al país en el segundo productor de energía eléctrica en el continente, después de Sudáfrica, y en uno de los líderes a nivel regional.
Peligro inminente y amenaza existencial para millones de egipcios
Sin embargo, lo que para la nación etíope supone un gran avance social, económico y político, para los egipcios representa una amenaza existencial, dado que su supervivencia depende de las tierras fértiles del valle del Nilo, donde vive cerca del 90% de toda la población.
El funcionamiento de la represa y de su embalse –que tiene una capacidad total de 74.000 millones de metros cúbicos– provocará una bajada rápida de las aguas del gran río que da vida a la población de Egipto, que de su parte no deja de crecer y hoy cuenta con más de 100 millones de habitantes.
Según las estimaciones, la confluencia del pantano etíope con las aguas del Nilo Azul causará en los próximos años una serie de sequías devastadoras en Egipto y Sudán y destruirá el sistema de agricultura tradicional en estos países. Solo en el primer año, alrededor de 1,5 millones de campesinos podrían quedarse sin trabajo.
Algo parecido sucedió en Siria después que en los años 80 Turquía construyó represas en cascada sobre el río Éufrates, en Kurdistán. Aunque el efecto no fue inmediato y llevó unos 25 años, la degradación paulatina de la agricultura siria produjo la migración masiva de campesinos hacia las afueras de las grandes ciudades.
Sin embargo, el daño inmediato en la agricultura no es el único peligro que las autoridades de Egipto deben tener en mente. También hay que tener en cuenta que, en caso de una eventual liberación instantánea de todas las aguas, sus corrientes pueden llevarse consigo cerca de un 70 % de todas las vidas egipcias.
Viejos acuerdos «coloniales» y negociaciones fracasadas
La Gran Presa del Renacimiento Etíope está ya construida en más de un 70 %. En virtud de esa realidad, la semana pasada las partes se reunieron para negociar acerca de las directrices y normas del primer llenado y la operación anual de dicha instalación. La disputa actual tiene que ver con los planes de las autoridades etíopes de empezar a llenar el embalse en las próximas semanas. Egipto insiste en que el proceso sea estrictamente reglamentado y paulatino.
Las negociaciones entre ambos países vecinos no tuvieron éxito y acabaron en un intercambio de acusaciones mutuas. El Cairo calificó de técnicamente inconsistente y legalmente inadecuada la propuesta presentada por Etiopía, y señaló que a este país le faltó «voluntad política» para lograr un acuerdo justo. Mientras, Adís Abeba atribuyó a Egipto el supuesto fracaso del proceso, por su «obstinación» en mantener un viejo acuerdo de gestión de recursos hídricos cuyas bases fueron sentadas en la época colonial.
Las autoridades egipcias apelan a los pactos firmados por Egipto y el Reino Unido en 1929 y 1959, que otorgan a El Cairo el derecho a vetar la construcción de cualquier embalse en el Nilo fuera de sus fronteras.