Las cosas que están sucediendo en el país son muy graves. El Presidente que, aparentemente, mantiene altos porcentajes de popularidad, ha encontrado en la exposición de sus subalternos, el mecanismo perfecto para expiar su responsabilidad; se trata de una de las formas más despreciables de humillar a quienes han querido trabajar con este gobierno, sin embargo, a los ojos de la opinión pública pareciera que es eficaz.
Realmente no hay cara en que persignarse. Después de los gobiernos del Partido Unidad Social Cristiana (2002-2004) y Liberación Nacional (2006-2010-2014), en este siglo XXI, el Partido Acción Ciudadana (2014-2018-2022) ha gobernado dos veces y especialmente la administración de Carlos Alvarado Quesada, se convirtió en la mayor fiasco de una opción política en la historia de Costa Rica; tanto la anterior administración como la actual, responden a grupos sociales y económicos específicos, es decir, se trata de la misma forma de gobernar en contra de los intereses del pueblo.
La ruta del arroz es una política que favorece, únicamente, a los importadores de este grano. Dijeron que con esta medida iba a bajar el precio del arroz, pero ello no ha ocurrido, ni siquiera en un contexto de un dólar a la baja; adicionalmente, los más perjudicados con esta política son los agricultores, aquellos que todas las mañanas se levantan para atender la siembra de este grano en el territorio costarricense.
Los mecanismos que hay detrás de este favorecimiento para grupos económicos determinados resultan opacos para el gran público. Estamos claros que no todos los productores de arroz son iguales, pero en este aspecto se homologan frente a los importadores que la única actividad que realizan es la de intermediarios, sin que ello les suponga un negocio riesgoso; para decirlo de manera diáfana, el favorecimiento a los importadores de arroz ha sido absolutamente descarado y aunque esto es evidente, no pasa nada.
Otra decisión gubernamental que resulta un descaro es la relacionada con la Fundación Omar Dengo. Se trata de una situación que viene a desconocer un trabajo de más de treinta años en favor del sector educativo, es decir, es de esas iniciativas en que el color político de sus creadores pasa a segundo plano, porque el tiempo se encargó de demostrar su valía en favor de los estudiantes costarricenses.
Indigna ver que mientras el país se concentra en el monotema de los asesinatos de diversa especie, otros están haciendo fiesta con las decisiones gubernamentales. Nadie está diciendo que la inseguridad no sea importante, pero no es el único tema que debe ser objeto de atención. Hay que estar en todo, porque mientras unos están pensando en el fútbol y espectáculos de la más diversa calidad, otros están matando personas y otros haciendo sus negocios privados.
Dicen que cada quien pone su grano de arena desde su trinchera, pero está claro que esto no es suficiente. En nuestro caso, intentamos, poner en el tapete algunos temas de interés y de explicar los aspectos de difícil comprensión o más opacos para el común denominador de las personas; es claro que no siempre logramos el cometido, no obstante, lo peor es asumir una actitud de indiferencia, no decir nada, y dejar que el país se vaya al despeñadero.
¿Cómo hacer para que la gente salga de esta gran indiferencia en la que estamos?
(*) Andi Mirom es Filósofo