Opinión

La traición es una de las acciones más despreciables del ser humano

La Vida trae sorpresas siglos tras siglos del comportamiento y acciones de los seres humanos. La traición está a la orden del día. Se trata de una acción humana que ha sido representada durante muchos siglos en la figura de Judas Iscariote, pero que se remonta a todas las épocas y es propia a la naturaleza de los seres humanos; la traición por la espalda es más dolorosa que aquella que se hace de frente, ya que la primera suele ser hecha por personas de confianza, en cambio, la frontal casi siempre lo es solo entre personas desconocidas o solo conocidas entre sí.

A lo largo del tiempo se han usado diferentes métodos de traición. En política, por ejemplo, se engaña a las personas por medio de estratagemas como la no convocatoria a reuniones, o cuando se ha urdido una componenda que todos los demás conocen y la persona afectada desconoce; se trata de formas en que la buena fe de las personas es pisoteada por los intereses mezquinos de otras personas, es decir, de personas con la que se ha interactuado por lo largo del tiempo.

La traición en la política internacional también ha sido una constante a lo largo de la historia de la humanidad. Una de las más famosas es la que le hizo Adolfo Hitler a José Stalin después de firmar el Pacto Molotov-Ribbentrop, traición que después le costó caro a la Alemania Nazi, ya que posteriormente supuso la apertura de dos frentes de guerra; en otras palabras, las consecuencias de la traición no siempre salen como el traidor las piensa, a veces, el tiro termina saliendo por la culata para redención del traicionado.

En el acto de la traición el traidor es el ser más despreciable. Lo es porque actúa con premeditación y con plena conciencia del acto que va a realizar, se trata de la instrumentalización del ser humano a partir de la cercanía o la confianza que tiene con el otro; la persona se convierte en un medio y es utilizada para conseguir un objetivo, el ser humano es un objeto en toda regla y el traidor lo sabe y lo promueve entre los cómplices que siempre actúan con un interés oculto.

Cuando la traición se consuma, el traicionado siente un dolor muy hondo en su ser. Este sentimiento puede darse de inmediato o de manera dilatada mientras se adquiere conciencia de la traición, ya que no todos los seres humanos se percatan de estas cosas al mismo tiempo; dicho de otro modo, hay personas que para percatarse de la traición requieren analizar los hechos con más detenimiento, en cambio, otros individuos son conscientes de la traición en el mismo momento que se produce.

En los lugares de trabajo la traición suele ser por un interés específico y mundano. En no pocas ocasiones, el traidor es el compañero o compañera más cercana, la persona que se le ayudó y que termina pagando con la traición aquella ayuda; se trata de una de las situaciones más impactantes para el traicionado, porque jamás espera que la persona que fue ayudada, le clave en su espalda un puñal de ingratitud y de desprecio.

La traición como conducta humana merece el repudio y el desprecio del traicionado. El traidor no puede esperar una respuesta diferente de quien ha visto transgredida su confianza, se trata de una reacción que surge de lo más adentro del ser humano; es decir, la traición rompe todos los vínculos entre los individuos, arrasa con ese espacio en que se construye las relaciones de confianza entre las personas.

Por todo lo anterior, la figura del traidor es despreciable y se representa con un puñal por la espalda. Casi nunca la traición sucede de frente, al contrario, lo normal es que la traición sea por detrás, a oscuras, pensando en que el traicionado nunca se percate de que su confianza ha sido violentada.

¡Qué despreciable es la traición! ¡Qué despreciables son los traidores y las traidoras!

(*) Andi Mirom es Filósofo

andimirom@gmail.com

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