(EFE) Unos 1.180 nicaragüenses durmieron en la principal terminal de autobuses de la capital de Panamá a la espera de que Nicaragua y Costa Rica autoricen el viaje de regreso a su país, dijeron este jueves las autoridades panameñas, que buscan trasladarlos a otro lugar.
Los nicaragüenses, que quedaron sin medios de vida en Panamá por la crisis de la COVID-19, iban a regresar a su tierra natal en una «gran caravana» de 15 o 20 buses la noche del miércoles, pero unos requisitos acordados a última hora por autoridades panameñas, costarricenses y de Nicaragua en el marco de la pandemia obligaron a cancelar el viaje.
«Panamá no tiene objeción alguna para concederles la salida, sin embargo hay que esperar las autorizaciones de los Gobiernos de Costa Rica, para el paso por su territorio y el de Nicaragua para permitirles la entrada», dijo la directora del Servicio Nacional de Migración, Samira Gozaine, a través de un comunicado.
«Les aliento y les exhorto que si ustedes tienen a donde ir lo hagan (…) porque no sabemos cuándo Nicaragua nos va autorizar su paso», afirmó Goziane, quien acudió esta mañana a la terminal.
El Servicio Nacional de Migración agregó que está coordinando la movilización de los extranjeros apostados en la terminal «hacia otro lugar, para mantenerlos en resguardo mientras se dan los procedimientos para la salida y que no estén a la intemperie».
Estos más de 1.000 nicaragüenses llegaron el miércoles desde temprano a la terminal para abordar autobuses que saldrían en caravana hacia Nicaragua, según anunció la semana pasada en una entrevista con la televisión local uno de sus representantes.
Pero el pasado fin de semana Costa Rica bloqueó temporalmente el paso de viajeros hacia Nicaragua después de que ese país impidió por 18 horas el ingresos de sus nacionales sin que se supiera la razón.
El martes, Costa Rica anunció que había alcanzado con Panamá y Nicaragua un acuerdo para permitir el paso de los nicaragüenses, en un operativo que incluye que los viajeros deben contactar a las autoridades panameñas en aras de mantener el flujo migratorio ordenado y coordinado entre los países, que mantienen cerradas sus fronteras por la pandemia.