Lo reveló el Pontífice en una entrevista a un diario español; es una praxis normal de los papas de la era moderna dejar una carta de dimisión en caso de incapacidad.
“Ya he firmado mi renuncia. Era Tarcisio Bertone el secretario de Estado. Yo la firmé y le dije: ‘En caso de impedimento por cuestiones médicas o qué sé yo, acá está mi renuncia. Ya la tienen’. No sé a quién se la habrá dado el cardenal Bertone, pero se la di cuando era secretario de Estado”, reveló este domingo el papa Francisco, en el día en que cumplió 86 años, durante una entrevista con el diario español ABC.
Se trata de una suerte de tradición en los papados de la era moderna en la que ya al principio de su pontificado dejó escrita una carta de renuncia en caso de incapacidad.
Ante la consulta sobre qué ocurre si un pontífice queda repentinamente impedido por problemas de salud o accidente, el Papa dijo que es la primera vez que cuenta este detalle. “Pablo VI también dejó escrita su renuncia en caso de impedimento permanente”, mencionó el entrevistador. Y él agregó: “Así es, y Pío XII creo que también”.
El sumo pontífice quiere que se sepa. “Para eso lo digo. Ahora alguno irá a pedírselo a Bertone: «¡Deme el papelito!» (ríe). Seguramente lo entregó al cardenal Pietro Parolin, el nuevo secretario de Estado. Yo se lo di a Bertone en cuanto secretario de Estado”, contó.
Bertone fue el número dos de Francisco, “heredado” de Benedicto XVI, al principio de su pontificado, en marzo de 2013, hasta octubre de ese mismo año, cuando designó como nuevo secretario de Estado al hoy cardenal Pietro Parolin.
El papa Francisco, que justo cumplió 86 años, desde el inicio de su pontificado dijo que no iba a tener problemas en seguir los pasos de su predecesor, Benedicto XVI, papa emérito, que renunció sorpresivamente al trono de Pedro el 11 de febrero de 2013.
Todos los papas de la era moderna siempre dejaron escrita una renuncia en caso de incapacidad. Pío XII dejó una carta en caso de ser capturado por los nazis; Pablo IV, también; e incluso Juan Pablo II, como reveló en su momento a La Nación el fallecido cardenal argentino Jorge Mejía.
Aunque nunca había revelado la existencia de una carta de renuncia por incapacidad, en los últimos meses, en diversas entrevistas el papa Francisco reiteró que no iba a tener ningún problema en segur los pasos de Benedicto XVI. Aunque dejó bien en claro que no había llegado el momento.
Las especulaciones sobre una eventual renuncia se desataron en mayo pasado al coincidir diversos hechos que causaron sugestiones en algunos sectores. Después de haber aparecido por primera vez en silla de ruedas debido a su problema en la rodilla -que viene arrastrando desde principios de año.-, al margen de convocar a todos los cardenales del mundo a Roma a fines de agosto para reflexionar sobre su radical reforma de la curia y para ampliar el número de votantes en el próximo cónclave, se anunció una visita a la ciudad de L’Aquila, en el centro de Italia. Allí se encuentra la tumba de Celestino V, el último papa que dimitió en 1294, antes de Joseph Ratzinger, que fue visitada por el papa emérito dos años antes de su clamoroso paso al costado, el 11 de febrero de 2013.
“Todas estas coincidencias hicieron pensar que quizás era la misma liturgia, pero a mí no me entró en la cabeza, nunca se me pasó por la cabeza. Por el momento no, en serio”, dijo en julio pasado en una entrevista a Reuters, como ya había hecho en septiembre pasado en una entrevista con la radio española Cope. “Pero llegado el momento, cuando veré que ya no aguanto más, lo haré y este es el gran ejemplo de papa Benedicto: fue una cosa muy buena para la Iglesia y él le dijo a los papas de detenerse a tiempo. Es un grande Benedicto”, elogió, como ya hizo en el pasado.
¿Cuándo podría darse su dimisión? “No sabemos. Dios lo dirá”, contestó Francisco.
En la entrevista con ABC, ante una pregunta sobre el décimo aniversario de la renuncia de Benedicto XVI, en febrero próximo, el papa Francisco reveló que los visita con frecuencia. “Y salgo edificado de su mirada transparente. Vive en contemplación… Tiene buen humor, está lúcido, muy vivo, habla bajito pero te sigue la conversación. Me admira su inteligencia. Es un grande”, dijo.
Preguntado sobre qué es lo que más aprecia de Benedicto, el exarzobispo de Buenos Aires contestó: “Es un santo. Es un hombre de alta vida espiritual”.
La Nación Argentina