(REUTERS) El presidente Vladimir Putin pasó revista el miércoles a un espectacular desfile militar en la Plaza Roja, una muestra patriótica que, según los críticos, fue diseñada para elevar su popularidad en vísperas de una votación nacional que podría permitir su reelección hasta el año 2036.
Putin observó cómo pasaban lanzadores de misiles balísticos intercontinentales, bombarderos con capacidad nuclear volaban por encima de la ciudad y columnas de tanques y más de 14.000 tropas, incluyendo algunas de aliados como China, desfilaban bajo un sol ardiente.
El desfile, para conmemorar el 75º aniversario de la victoria de la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial sobre los nazis, se pospuso del 9 de mayo debido al brote de coronavirus, pero los críticos dijeron que era irresponsable proceder con él.
El Kremlin rechazó esa afirmación, diciendo que las nuevas infecciones diarias, aunque todavía se cuentan por miles, estaban disminuyendo, especialmente en la capital rusa, el epicentro original del brote, y que se habían tomado todas las precauciones de seguridad.
Los voluntarios entregaron máscaras y guantes a quienes llegaron a la Plaza Roja y les ordenaron sentarse a dos asientos de distancia.
Putin, flanqueado por veteranos, no llevaba máscara, pero la gente a su alrededor se había sometido a pruebas de detección del coronavirus, incluyendo veteranos que estuvieron en cuarentena en un centro turístico en las afueras de Moscú.
Miles de personas abarrotaron las calles de Moscú para ver los tanques recorrer la ciudad en el que era un día festivo.
Putin adoptó un tono conciliador hacia Occidente, a pesar de que se quejó de antemano de lo que llamó intentos de algunos países europeos de reescribir la historia.
El mandatario ruso también hizo una referencia indirecta a su deseo de que los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU celebren una cumbre para tratar de abordar los problemas del mundo.