Moscú, 26 jul (Prensa Latina) Aunque Rusia ocupa la cuarta posición mundial en cuanto al número de casos afectados por la pandemia de Covid-19, presenta hoy síntomas optimistas en la elaboración de una vacuna, mientras intenta una apertura al mundo exterior.
En esta semana, el número de contagiados superó el límite psicológico de 800 mil, a lo cual solo llegaron por ahora Estados Unidos, Brasil y la India, pero, a diferencia de esas naciones, ello no significó aquí un aumento sustancial de fallecidos, aunque ya sobrepasó los 13 mil.
La tarea de reunir esfuerzos científicos del país para elaborar una vacuna permitió que, de los 47 prototipos elaborados en 14 plataformas científicas, se pudiera contar con al menos una que ya concluyó dos primeras fases de pruebas clínicas en voluntarios militares.
El ministerio de Defensa anunció que la primera vacuna rusa está lista, en referencia a la sustancia inmunizadora elaborada por el centro científico N.I. Gamalei, de conjunto con el instituto 48 de investigaciones de la referida dependencia.
Algunos especialistas señalan que para completar todo lo relacionado con la fase de exámenes de la citada vacuna será necesario ponerla a prueba en terceras naciones como Arabia Saudita o Brasil, aunque el ministerio de Salud estimó que podría registrarla en agosto venidero.
Pero la mera existencia de resultados positivos con un prototipo propio de vacuna convierte a Rusia en blanco de un nuevo tipo de ataques de Occidente, el cual parece demostrar con ello su temor de quedar rezagado en la carrera mundial por encontrar primero la vacuna adecuada.
A diferencia de Estados Unidos o de laboratorios en Francia, donde aún están por elaborar la sustancia o por concluir pruebas preclínicas, Rusia ya anuncia que pasa, en todo caso, a la tercera y última de sus pruebas en humanos, mientras amenaza con iniciar la producción en septiembre.
Reino Unido, donde la situación mejoró un poco, pero la cifra de muertes supera los 40 mil, avanza en una vacuna del instituto Oxford que Rusia anunció estaría dispuesta a producir de conjunto en esta nación, para lo cual efectúa las debidas negociaciones.
Sin embargo, en línea con la nueva posición de Occidente de atacar a Rusia, tanto en Londres como en Washington toman auge los intentos de presentar a Rusia y a China como copiadores o saqueadores de estudios científicos de otras naciones occidentales.
La realidad es que los estudios en Rusia comenzaron en enero pasado, aún cuando ni siquiera poseían las primeras muestras reales de la Covid-19, pues lograron hacer el mapa del ADN del virus de forma artificial, señala la televisión capitalina.
En esos momentos, el presidente estadounidense, Donald Trump, estaba enfrascado por completo en su campaña electoral, rechazaba los consejos de prepararse para la pandemia y ni siquiera le había dado tiempo de responsabilizar a Beijing por las calamidades futuras de su país.
Ahora, cuando es evidente que Rusia avanza más rápido en la búsqueda de ese preparado todo parece ser llevado a la política.
Observadores locales, citados por la agencia RIA Novosti consideran que en juego están inversiones multimillonarias de las farmacéuticas de Estados Unidos en sus institutos de investigaciones y en los europeos.
Por ello, de un asunto de salud o quizás económico, la búsqueda del medio inmunizador contra la Covid-19 parece convertirse en tema de la agresión que Estados Unidos y Europea lanzan contra Rusia y China.
De otro lado, la existencia de la posibilidad real de contar con una vacuna para septiembre parece imprimir optimismo a las autoridades rusas, que anunciaron vuelos internacionales a partir del 1 de agosto próximo.
Luego de haber rescatado a más de 200 mil ciudadanos rusos varados en decenas de países desde marzo pasado, el primer ministro, Mijail Mishustin, opinó que esa apertura facilitará el regreso de nacionales a este país.
De cualquier manera, los observadores consideran que Moscú deberá buscar un justo balance entre el apremio de abrirse al mundo y la necesidad de consolidar su incipiente victoria frente a la Covid-19.